Por Carlos Andrés Ortiz *
Siendo aún muy fresco aún el nuevo “escrache” de Greenpeace -tan mediático como usualmente patoteril- en contra de la usina a carbón de Río Turbio, perpetrado en un acto partidario en Río Gallegos; algunos argentinos poco avisados o muy crédulos podrán suponer que la transnacional de la ecología fundamentalista se halla sinceramente abocada a una “lucha a muerte” contra la contaminación ambiental…¡al menos esa imagen quiere forzar!
Pero como decía Jauretche, siempre es bueno “ver que se trae bajo ‘l poncho”, que es como “verle las patas a la sota”, en un muy gráfico par de expresiones criollas, del brillante analista de nuestra realidad que fue Don Arturo; quien sobre todo fue muy “filoso” en temas de colonización cultural y sus ramificaciones…y todo eso viene bien al caso.
Analicemos un poco. Si Greenpeace estuviera realmente en contra de la generación en base al carbón, debería cargar las tintas…y las acciones respectivas, contra los grandes consumidores de carbón como combustible para generación eléctrica. Estamos hablando de EEUU, Gran Bretaña, China, India, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelandia, Canadá y varios más.
Prácticamente todos esos países son fuertes productores y exportadores, además de consumidores a gran escala.
Por cierto ese no es el caso de Argentina, que es un muy modesto productor (una sola mina en todo nuestro extenso territorio) y ahora tendrá dos usinas alimentadas a carbón mineral. La producción y el consumo argentinos de carbón son absolutamente marginales a escala mundial, donde prácticamente “no mueven la aguja” de las estadísticas mundiales.
¿Tiene sentido entonces -desde el punto de vista estrictamente ambiental a escala mundial- que la transnacional del ecologismo fundamentalista cargue con tanta saña sus tintas en contra de una modesta central a carbón próxima a terminarse de instalar en nuestro vasto y despoblado sur continental?
¿Se justifica que muy posiblemente haya “fletado” a una fanática militante -casi de seguro también muy deseosa de sus “cinco minutos de fama”- desde su sede central “argentina” en Buenos Aires, a la lejana Río Gallegos, 3.000 kilómetros al sur, seguramente con pasajes vía aérea y todos los gastos pagos?
¿Por que no concentra sus esfuerzos en su supuesta “cruzada anticarbonífera”, precisamente en los países que exhiben grandes volúmenes de consumo y de consecuentes emisiones gaseosas contaminantes?
¡Pero por supuesto, no va a “molestar” con escraches mediáticos a las grandes potencias anglosajonas! Esas conductas “muy modositas” respecto a Gran Bretaña, EEUU y otros países anglófonos del Commonwealth, difícilmente puedan ser “casuales”, habida cuenta que Greenpeace, al igual que World Wildlife Found, fueron creados en “la Rubia Albión”, y de hecho son manejadas como instrumentos del viejo Imperio.
Por otra parte, en varios países, estas provocativas y cáusticas ONGs seudo ambientalistas, están muy controladas o directamente prohibidas; además de lo cual sus interferencias en Políticas de Estado son consideradas lesivas a los respectivos Intereses Nacionales, y son tratadas con todo el rigor que esos verdaderos atentados antinacionales merecen.
Es de recordar que Greenpeace -operando claramente como agente británico- intentó entorpecer las pruebas nucleares de Francia, en un postrer intento de evitar que el país galo ingrese y se afiance en el “Club” Nuclear. Por cierto el accionar francés no se anduvo con medias tintas, y envió a pique al primer barco de esos provocadores disfrazados de ecologistas.
En Argentina, montados sobre la laxitud de nuestra permisividad, han alcanzado una preeminencia inusitada en la opinión pública, e incluso en sectores de la política poco informados del peligroso rol que Greenpeace asume en clara oposición al desarrollo socio económico nacional. Sin duda, los generosos presupuestos publicitarios volcados en diversos medios de comunicación, son más que suficientes para “convencer” muchas voluntades, además de los usuales favores y recomendaciones con los que son premiados quienes operan cooptados por esas redes de influencias. Tales casos, como recompensas laborales en otras ONGs asociadas, en entes “culturales” del Imperio -como la BBC-, en “Fundaciones Benéficas” del G 7, etc.
Debe recalcarse el desprecio de Greenpeace respecto a los propios pobladores de la localidad de Río Turbio, de la Provincia de Santa Cruz, y del propio Estado Argentino, que por concurrentes motivos apoyan y promueven decididamente la concreción de esta nueva usina eléctrica, que sin duda tendrá un gran efecto multiplicador socio económico en su zona de influencia, y un bajo impacto ambiental, fácilmente neutralizado en el entorno cercano y sin la mentirosa supuesta “afectación” a los glaciares ubicados a 300 Km. de distancia y a contrapelo de los vientos predominantes.
¡Pero claro está, a Gran Bretaña le conviene mantener débil la presencia argentina en nuestro extremo sur continental, por muy obvios motivos geopolíticos!
Pese a hechos tan claros, los “grinpicianos” siempre encontrarán algunos “perejiles” maleables y muy desinformados, prestos a actuar como fuerzas de choques irracionales, supuestamente en “defensa del medio ambiente”; complementados por mercenarios de la política, del periodismo y de otros sectores, dispuestos a transar apoyos en busca de ventajas espurias o de vanos lucimientos personales.
* Contador Público - Especialista en Gestión de Producción y Ambiente (F.I. UNaM) - Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía (UNLa – CNEA) - Docente de Economía (EN10) - Docente de la Diplomatura en Geopolítica (ICM) - Ex Docente – Investigador Facultad de Ciencias Económicas (UNaM)
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Disculpen las molestias y la demora en la actualizacion.
Hace 14 años
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